lunes, 1 de agosto de 2011

Exponente de la Escuela Monetarista.

Milton Friedman (1912-2006)

Milton Friedman
Milton Friedman es el mejor conocido de todos los Monetaristas, nació el 31 de julio de 1912, en Brooklyn, Nueva York, hijo de Sarah Ethel Landau y Jeno Saul Friedman, inmigrantes pobres de la Unión Soviética. Friedman integrante de una familia de 4 hermanos, asistió al colegio público, graduándose en la escuela secundaria de Rahway en 1928. Posteriormente fue becado e ingresó a la Universidad de Rutgers. Inicialmente se especializó en matemáticas, sin embargo, se interesó en la economía, y en el futuro acabó con el equivalente de comandante en ambos campos.

Friedman continuó perfeccionándose y mientras estudiaba en la Universidad de Chicago, conoció en una clase de economía a Rose (su futura esposa), luego de un romance de seis años se casaron en el año 1938, desde entonces de la mano por más de 60 años han compartido una intensa y fecunda vida de trabajo intelectual, publicando el libro "Two Lucky People" en 1998.

Es un economista de la elite selecta, que por sus logros en los campos de análisis del consumo, teoría e historia monetaria y por su demostración de la complejidad de política de la estabilización, ha recibido el Premio Nobel en el año 1976.

Después de algún tiempo que trabajó en la Universidad de Columbia y para el gobierno, él trabajó como Profesor de Economía en la Universidad de Chicago, hizo mucho de su trabajo mejor conocido y se rodeó por muchos otros Monetaristas, por las razones obvias. Milton Friedman es más de sólo economista, él es un gran creyente en el poder del mercado libre y mucho de su trabajo ha sido basado alrededor de este tema. Su personalidad ha sido tan versátil que continuó para volverse redactor y personaje famoso de la televisión. Hizo una serie de programas titulados Free to Choose. Existe también un libro del mismo nombre el cual fue escrito con su esposa Rose, vendió un millón de copias. Escribió por 18 años una columna en el famoso Newsweek.

Friedman es partidario del gobierno limitado. Comparte las opiniones de Thomas Jefferson que el "gobierno es el mejor que gobierna lo menos". El gobierno tiene tres funciones primarias:

Debe prever la defensa militar de la nación.

Debe hacer cumplir contratos entre los individuos.

Debe proteger a ciudadanos contra crímenes contra sí mismos o su característica.


Su trabajo influyó en el gobierno Conservador de Mrs. Thatcher para adoptar las políticas del Monetarista en 1979 cuando fue elegido.

Su trabajo incluso traspasó las fronteras, modificando la economía de nuestro país con su visita en el año 1975, fue el pilar de una estrategia para convencer a Pinochet de adoptar el modelo liberal, pero no quería venir y antes de llegar exigió la liberación de dos presos políticos. Su demanda no pudo ser atendida: eran desaparecidos.

Para Friedman su mayor contribución a la teoría económica es su libro Teoría de la Función de Consumo, pero el más influyente fue Una Historia Monetaria de los Estados Unidos, escrito con Anna Schawartz, en el cual explica la crisis de los años 30.

Durante 30 años enseñó en la Universidad de Chicago, él se considera ampliamente como líder de economía monetaria, que enfatiza la importancia de la cantidad de dinero como un instrumento de política gubernamental y como un determinante de ciclos comerciales e inflación. Distinguido profesor de Servicio de Economía, fue miembro del Escritorio Nacional de Investigación Económica (1937-1981), logró la inmensa influencia en la profesión de economía, participó de la investigación en la Institución de Hoover.

En el año 1988 recibió la Medalla Presidencial de Libertad y la Medalla Nacional de Ciencia.

Además de su trabajo científico, Friedman ha escrito también extensivamente en la política pública, siempre con un énfasis primario en la preservación y extensión de libertad individual. Sus libros más importantes en este campo son (con Rose D. Friedman) Capitalismo y Libertad (La universidad de Prensa de Chicago, 1962); Las Promesas luminosas, la Actuación Triste, (Thomas Horton e Hijas, 1983) que consiste principalmente de reimpresiones de columnas él escribió para Newsweek de 1966 a 1983; (con Rose D. Friedman) Libre Escoger (La Abrazadera de Harcourt Jovanovich, 1980) que los complementos un diez - la serie de televisión de parte del mismo nombre mostrada encima del Servicio de la Radiodifusión Público (PBS) la red en temprano 1980; y (con Rose D. Friedman) La tiranía del statu quo (La Abrazadera de Harcourt Jovanovich, 1984) que los complementos un tres - la serie de televisión de parte del mismo nombre, mostrada encima de PBS en temprano 1984.

Fue integrante del grupo de asesores económicos del Presidente Reagan (un grupo de expertos de fuera del gobierno nombrado en 1981 por el Presidente Reagan).

También ha sido activo en los asuntos públicos, sirviendo como consejero económico informal al Senador Barry Goldwater en su campaña infructuosa para la presidencia en 1964, a Richard Nixon en su campaña exitosa en 1968 y a Ronald Reagan en su campaña en1980.

Ha publicado muchos libros y artículos, el más notablemente, Una Teoría de la Función del Consumo, La Cantidad Óptima de Dinero y Otros Ensayos y (con A. J. Schwartz) Una Historia Monetaria de los Estados Unidos, Las Estadísticas monetarias de los Estados Unidos, y Las Tendencias monetarias en los Estados Unidos y el Reino Unido.

Es ex presidente de: la Asociación Económica americana, la Asociación Económica Occidental, y la Mont Pelerin Sociedad y es integrante de la Sociedad Filosófica americana y de la Academia Nacional de Ciencias.

También se le han otorgado los grados honorarios por distintas universidades en los Estados Unidos, Japón, Israel, y Guatemala, así como el Gran Cordón del Primer Orden de la Clase del Sagrado Tesoro por el gobierno japonés en 1986.

Friedman recibió un LICENCIADO EN FILOSOFÍA Y LETRAS en 1932 de la Universidad de Rutgers, un M.A. en 1933 de la Universidad de Chicago, y un Ph. D. en 1946 de la Universidad de Columbia.

El Monetarismo

Es una teoría macroeconómica que se ocupa de analizar la oferta monetaria. Aunque el monetarismo se identifica con una determinada interpretación de la forma en que la oferta de dinero afecta a otras variables como los precios, la producción y el empleo, existen, de hecho, varias escuelas de pensamiento que podrían definirse como `monetaristas'. 
También están de acuerdo en la creencia de que la oferta monetaria es un elemento esencial para explicar la determinación del nivel general de precios. Lo que aceptan es la idea de que la política monetaria puede tener efectos a corto plazo sobre la producción, así como otros temas de menor relevancia, como puede ser la definición de oferta monetaria. Por otra parte, si los monetaristas se limitaran a afirmar que existe una relación proporcional entre la oferta monetaria y el nivel general de precios a largo plazo, la mayoría de los economistas aceptarían esta idea, siempre que el periodo a largo plazo sea lo bastante prolongado y otras variables —como el tipo de instituciones financieras existentes— se mantuvieran constantes.
El monetarismo tiene una larga tradición en la historia del pensamiento económico; pueden encontrarse explicaciones detalladas y muy sofisticadas sobre el modo en que un aumento de la cantidad de dinero afecta a los precios, y a la producción a corto plazo, en los escritos de mediados del siglo XVIII del economista francés Richard Cantillon y del filósofo y economista escocés David Hume. La `teoría cuantitativa del dinero' prevaleció en el monetarismo, sobre todo bajo la influencia de Irving Fisher durante el siglo XX. Esta teoría se formalizó en una ecuación que mostraba que el nivel general de precios era igual a la cantidad de dinero multiplicada por su `velocidad de circulación' y dividida por el volumen de transacciones. Existe una visión alternativa de esta teoría, conocida como la versión de Cambridge, que define la demanda de dinero en función del nivel de precios, de la renta y del volumen de transacciones.
Durante la década de 1970, sobre todo durante el periodo en que el pensamiento económico estuvo dominado por las ideas de Milton Friedman y la Escuela de Chicago, se analizaba la demanda de dinero de los individuos de igual forma que la de cualquier otro bien —la demanda depende de la riqueza de cada individuo y del precio relativo del bien en cuestión. En concreto, se consideraba que la solicitud de dinero dependía de una serie de variables, incluyendo la riqueza (que se puede estimar considerando el nivel de ingresos), la diferenciación de la fortuna personal entre capital humano y no humano (el primero tiene mucha menos liquidez que el segundo), el nivel de precios, la tasa de rendimiento esperado de otros activos (que depende a su vez del tipo de interés y de la evolución de los precios) y de otras variables determinantes de la utilidad que reporta la mera posesión del dinero.
Al considerar que el dinero es una parte de la riqueza de las personas se está suponiendo que éstas intentarán eliminar la diferencia entre la cantidad de dinero real (es decir, el dinero nominal dividido por el nivel general de precios) que tienen y la cantidad que quieren tener disponible, comprando o vendiendo activos y pasivos —por ejemplo, la adquisición de bonos— o cambiando el flujo de ingresos y gastos. Los keynesianos tienden a subrayar el primer método de ajuste, mientras que los primeros monetaristas destacan la importancia del segundo; los monetaristas actuales tienden a aceptan la validez de ambos métodos.
Por tanto, la idea básica de la economía monetarista consiste en analizar en conjunto la demanda total de dinero y la oferta monetaria. Las autoridades económicas tienen capacidad y poder para fijar la oferta de dinero nominal (sin tener en cuenta los efectos de los precios) ya que controlan la cantidad que se imprime o acuña así como la creación de dinero bancario. Pero la gente toma decisiones sobre la cantidad de efectivo real que desea obtener. Veamos cómo se produce el ajuste entre oferta y demanda. Si, por ejemplo, se crea demasiado dinero, la gente intentará eliminar el exceso comprando bienes o activos (ya sean reales o financieros).
Si la economía está en una situación de pleno empleo, el aumento del gasto o bien incrementará los precios de los productos nacionales o bien provocará un déficit de balanza de pagos que hará que el tipo de cambio se deprecie, aumentando así el precio de los bienes importados. En ambos casos, esta subida provocará una reducción de la cantidad de dinero real disponible. A medida que se compran activos financieros como los bonos, el aumento del precio de éstos reduce el tipo de interés que, a su vez, estimula la inversión, y por tanto el nivel de actividad económica. El aumento de ésta, y por tanto de los ingresos, incrementa la petición de dinero. Así, la demanda total de dinero real se igualará con el exceso de oferta gracias al aumento de los precios (que reduce el dinero real en circulación) y de los ingresos (que potencia la demanda de saldos monetarios).
Otro principio del monetarismo es que los niveles deseados de saldos monetarios reales tienden a variar con lentitud, mientras que los cambios de los saldos nominales son instantáneos y dependen de la actuación de las autoridades monetarias. Esta afirmación implica que las variaciones de los precios o los ingresos nominales responden, por obligación, a alteraciones en la oferta de dinero, lo que constituye el punto de partida de la tesis de Friedman según la cual la inflación es sólo un fenómeno monetario.


Monetarismo versus keynesianismo:


Los aspectos del pensamiento económico actual que llevan la impresión de las ideas de John M. Keynes son numerosos, pero, su contribución principal, por la cual ha ejercido una influencia poderosa y duradera, consistió en la formulación del principio de la demanda efectiva. Con base en ese principio, Keynes concluye que el nivel de empleo y producción es determinado por la magnitud de la demanda agregada y que el Estado puede actuar sobre ésta por medio de instrumentos monetarios y fiscales a fin de alcanzar determinados objetivos de empleo y producción.
La noción de la potencialidad o no neutralidad de la política monetaria y fiscal fue rápida y ampliamente aceptada en los ambientes políticos y académicos de los países capitalistas, donde el mantenimiento de aceptables niveles de empleo pasó a ser una responsabilidad de los gobiernos. Así, muchos de estos países adoptaron en los años 40 y 50 políticas económicas con el explícito objetivo de alcanzar el pleno empleo. Estas políticas, junto con las favorables condiciones objetivas de la posguerra, permitieron que los países capitalistas más industrializados eliminaran la desocupación masiva que caracterizó a los años 30 y se acercaran a las metas que se habían propuesto en materia de empleo.
No obstante ello, la noción de no neutralidad de la política monetaria y fiscal continuó siendo el fundamento de la política económica, aunque ahora los objetivos de la regulación de la demanda global fue suavizar las fluctuaciones de la producción, el empleo y el nivel de precios. Estas llamadas políticas de estabilización, anticíclicas, compensatorias o de "ajustes finos", fueron concebidas como contrapesos de las oscilaciones económicas espontáneas, que los keynesianos, en general, consideran inherentes a las economías de mercado. Así, por ejemplo, un descenso de la demanda debido al debilitamiento de la inversión privada podría ser compensado por medio de una adecuada expansión monetaria y/o fiscal; lo contrario, una contracción monetaria y/o fiscal podría ser un eficiente contrapeso de un fortalecimiento excesivo de la demanda agregada.
Desde el principio existió una línea de oposición contra Keynes que lo cuestionó, desde diversos ángulos y con intensidad creciente, la validez de la interpretación keynesiana sobre el funcionamiento económico y de su corolario: la eficacia (y la necesidad) de una política económica orientada al mantenimiento de aceptables niveles de empleo y con capacidad para evitar las fluctuaciones violentas de la actividad económica. La existencia de este cuestionamiento ha dado lugar, durante más de cuatro décadas, a una intensa discusión de carácter teórico y empírico entre los partidarios de Keynes por un lado, y los defensores del principio prekeynesiano de neutralidad de las políticas de administración de la demanda por el otro. A este último grupo de economistas se les ha bautizado con el nombre de "monetaristas" y su representante más activo y prominente es Milton Friedman.
La consecuencia practica más importante de la amplia aceptación de las ideas de Keynes fue la de haber dado un impulso decisivo a la profundización del papel estratégico del Estado en la economía y la sociedad; tendencia que, por otra parte, se venía manifestando sin la ayuda de ningún pensador original.
Para los monetaristas, oponerse al planteamiento keynesiano era un dictado de su presupuesto ideológico básico: el liberalismo, que no concibe la intervención estatal más que para garantizar la seguridad interna y externa del Estado, administrar justicia y realizar algunas obras públicas de infraestructura económica esenciales para el desenvolvimiento de la economía. En consecuencia, el mayor peso de la critica al keynesianismo se enfocó a negar la validez del concepto de no - neutralidad de la política de administración de la demanda.
La crítica monetarista inició con el ahora famoso discurso de Friedman en 1967 y que tiene su hito más reciente en los modelos de expectativas racionales, llega al corazón del problema planteado por Keynes. Cómo hemos tratado de demostrar, la política de administración de la demanda opera sobre el empleo en la medida que sea capaz de hacer sentir su ejercicio sobre los salarios reales y, en consecuencia, sobre las ganancias; sólo el estimulo de las ganancias es capaz de convencer a los empresarios de que ocupen a los desempleados. Y lo que dice este enfoque monetarista, en esencia, es que la administración de la demanda no puede alterar el nivel "natural" de desempleo, porque si bien el manejo monetario puede actuar sobre el nivel de precios, el rápido ajuste de las expectativas de los asalariados llevará a que éstos actúen sobre el nivel de los salarios nominales, evitando así la caída del salario real y el aumento de las ganancias.
Keynes admitía de manera por demás explícita, que si los salarios nominales crecen a la par que la demanda agregada, los cambios de esta sólo tienen efectos nominales. La diferencia radica en que Keynes, en 1936, creía que el caso en que los salarios crecen paso a paso con la demanda agregada es una situación extrema y poco probable, por lo que las políticas de regulación de la demanda gozaban de un margen de maniobra suficientemente amplio. Para los monetaristas, en cambio, este margen se ha tornado muy estrecho por la velocidad de ajuste de las anticipaciones; para los partidarios de las expectativas racionales el margen simplemente no existe.
El mensaje monetarista, bien simple y nada novedoso, lo podemos sintetizar así: a pesar de la presencia distorsionante de la inflación, el precio de cualquier mercancía, el precio de la fuerza de trabajo en primer lugar, se rige por las condiciones de la oferta y la demanda a igual que el nivel del empleo y no hay nada que el Estado pueda hacer para alterar esta situación.
El programa práctico que ofrece el monetarismo es enfrentar abiertamente a los trabajadores con el desempleo a fin de fracturar su capacidad de resistencia y desarticular los sindicatos. Luego, la fuerza del mercado, la fuerza del desempleo, sería el arbitro de la relación salario - ganancia. Lo paradójico de este programa es que si su parte destructiva tiene éxito, entonces el monetarismo habrá recreado las condiciones bajo las cuales será eficaz, de nueva cuenta, una administración keynesiana de la política económica. Es decir, se habrán reconstruido las condiciones de funcionamiento del mercado de trabajo que Keynes asume en el capitulo II de la Teoría General. Ello, desde luego, si el capitalismo sobrevive al tratamiento monetarista. J. M. Keynes debió enfrentar con su pensamiento, tengamos en cuenta que su principal obra "La teoría general de la ocupación, el interés y el dinero" fue publicada en 1936, las consecuencias de la desocupación y la caída de la producción generalizadas, en las economías industriales.
Muy básicamente Keynes planteaba que dada la rigidez de los salarios para ajustarse a la baja, los sistemas económicos no tendían al equilibrio con pleno empleo. Proponiendo remediar esa situación con emisión y con un aumento del gasto público. Como reacción a esta idea equivocada, surge en la Universidad de Chicago, Nóbel de Economía Milton Friedman, la idea que los cambios en la cantidad de dinero son la causa esencial de las fluctuaciones económicas. Encontrando su origen en materia de ideas en los trabajos de Adam Smith.
Los así llamados monetaristas, le dan a la cantidad de dinero el rol fundamental, sosteniendo -con acierto- que la oferta monetaria es el determinante clave de los movimientos a corto plazo de lo que un país produce y además del nivel de los precios en el largo plazo.


La base de su razonamiento científico descansa en una serie de verdades, a saber:
  •          El mercado produce la mejor asignación de recursos. Ningún funcionario actuando discrecionalmente, puede obtener otro resultado que no sea una distorsión o una ineficiencia o un retraso en el desarrollo tecnológico.
  •        Nada afecta más a la eficiencia, que la inestabilidad en los precios (ya sea que se trate de inflación como de desflación).
  •      La economía sería estable, de no ser por las intervenciones de los gobiernos.
  •    Sólo reglas monetarias permanentes y estables hacen a una economía estable.
  •      Sólo reglas monetarias permanentes y estables crean expectativas favorables.
  •  Sólo reglas monetarias permanentes y estables impiden a los políticos las manipulaciones electorales.

Principal exponente del Marxismo

John Maynard Keynes (1883-1946)


Economista inglés (Cambridge, 1883 - Firle, Sussex, 1946). Recibió una educación de elite en Eton y Cambridge, orientándose hacia la economía por consejo de su maestro, Alfred Marshall. Tras un breve periodo trabajando en el servicio administrativo británico para la India, en 1909 entró como profesor en el King’s College de Cambridge, donde enseñaría economía hasta su muerte. Fue un hombre de vasta cultura, un humanista erudito y de prosa exquisita, gran orador, contertulio y mecenas de intelectuales y artistas; pero también fue un hombre de mundo interesado por los asuntos políticos y por la economía práctica, dedicando parte de su tiempo a negocios ajenos y propios con los que llegaría a hacerse millonario.

Todos sus escritos económicos fueron respuesta a problemas acuciantes de la economía de su tiempo. Así, como fruto de su trabajo en la Administración colonial, escribió La moneda india y las finanzas(1913). Las consecuencias económicas de la paz (1919) fue resultado de su participación como representante del Tesoro en la delegación británica enviada a negociar el Tratado de Versalles después de la derrota de Alemania en la Primera Guerra Mundial (1914-18); Keynes dimitió de aquel cargo para mostrar su desacuerdo con las duras condiciones impuestas a los vencidos y escribió este libro para argumentar que tales condiciones, fruto de un espíritu de venganza, serían imposibles de cumplir y conducirían a la ruina económica de Alemania, con graves consecuencias para el resto del mundo.
Desgraciadamente, el tiempo demostró que sus previsiones eran acertadas, y Keynes volvió sobre el tema en Una revisión del tratado (1922). Las cuestiones monetarias siguieron atrayendo su atención en el Tratado sobre la reforma monetaria(1923) y el Tratado sobre el dinero (1930), en donde criticó respectivamente la adhesión al patrón oro y la teoría cuantitativa de la moneda.
Pero su obra decisiva fue la Teoría general de la ocupación, el interés y el dinero (1936), con la que dio una respuesta definitiva a la grave depresión económica desencadenada en todo el mundo a partir del crash de la Bolsa de Nueva York de 1929. Retomando intuiciones olvidadas de los teóricos del subconsumo (como Malthus), Keynes indicó que la causa de la crisis era la insuficiencia de la demanda, debida a la creciente propensión marginal al ahorro de las sociedades desarrolladas (esto es: que a medida que aumenta la renta, es mayor la parte de ésta que se destina al ahorro y menor la que se dedica al consumo, con lo que una parte de la producción no encuentra comprador).
En su opinión, el desempleo así originado no podía remediarse únicamente con medidas monetarias. La debilidad del consumo privado sólo podía remediarse incrementando el gasto público en periodos de recesión, haciendo que el Estado incurriera en un déficit para crear demanda adicional. La importancia de los puntos de vista contenidos en aquel libro fue tal que fundó toda una rama de la teoría económica moderna, la macroeconomía, dedicada a explorar las relaciones entre los grandes agregados de la renta nacional.
Tras vencer las resistencias conservadoras de la ortodoxia liberal, la «revolución keynesiana» fue penetrando en el mundo académico y en las políticas económicas de los países: influyó quizá sobre el New Deal de Franklin D. Roosevelt, pero fue sobre todo después de la Segunda Guerra Mundial (1939-45) cuando se extendió como una nueva ortodoxia, determinando las políticas económicas de todo el mundo occidental durante más de tres décadas de crecimiento sostenido. Los partidos conservadores y liberales se sumaron a esta política capaz de devolver la estabilidad al sistema capitalista después de los sobresaltos del periodo de Entreguerras; e incluso los socialdemócratas la aceptaron con entusiasmo, en la medida en que justificaba la intervención del Estado en la economía y el crecimiento del sector público.
El prestigio alcanzado por Keynes fue tal que el rey Jorge VI le nombró barón en 1942, ingresando en la Cámara de los Lores. Al final de su vida ejerció una influencia directa sobre la política económica de su país como director del Banco de Inglaterra y asesor del ministro del Tesoro. En 1944 presidió la delegación británica en la Conferencia de Bretton Woods, donde contribuyó a dar forma al Fondo Monetario Internacional.

El Keynesialismo

Surgimiento de la Teoría Keynesiana


Hacia principios de los años 30 del siglo pasado el mundo entraba en una crisis muy profunda, los niveles de desempleo y marginación se extendieron por la debacle conocida como la “gran deprecion” que, iniciada en Estados Unidos, se dilató a todo el mundo capitalista. Por aquel entonces reinaba en el mundo académico económico las teorías de los denominados clásicos, expresión que karl marx usó para envolver las ideas de economistas como Adam Smith y David Ricardo; a los que Keynes sumará los nombres de John S. Mill, Francis Edgeworth, Alfred Marshall y Arthur Pigou.
Los pensadores clasicos cuponían pleno empleo para todos los factores de la producción, si bien hay momentos de la vida económica en que esto no sucede así, afirmaban que hay una clara tendencia a su cumplimiento. Si la economía demora en llegar a su equilibrio, esto sucede por la existencia de intervenciones por parte del gobierno o de poderes monopólicos que impiden el correcto funcionamiento de la competencia. Sólo admitían la existencia de paro voluntario, es decir, los individuos que deciden por propia voluntad no ofrecer sus servicios en el mercado laboral al salario vigente; y paro friccional, que incluye los individuos que cambian de trabajo y al hacerlo transcurre un tiempo desde el cese de la última ocupación hasta el comienzo de la nueva.
Entonces la teoría clásica intentaba explicar cómo asignar los recursos productivos, el desempleo no era un problema a resolver y como los mercados son autorregulables, los niveles de desempleo pronto serían reducidos por las mismas fuerzas que operan en el mercado, evitando así un gran desempleo. Estos economistas pronto caen en descrédito puesto que se hace casi imposible sostener dichas teorías ante la abrumadora realidad de la crisis de 1929.
Es en este contexto donde aparece en la escena de la teoría keynesiana. Keynes fue un economista inglés que impuso una nueva forma de pensar la economía capitalista instaurando un marco teórico que traería aparejadas renovadas políticas. Realmente nació un paradigma diferente que dominó la escena político-económica desde el fin de la Segunda Guerra Mundial y hasta principios de los 70, período que algunos llaman “la edad de oro del capitalismo”, pues la economía global experimentó un crecimiento sin precedentes en la historia.
La obra cumbre de Keynes editada en 1936 titulada “The General Theory of Employment, Interest and Money” constituye la esencia de su contribución a la teoría económica en general y es donde a partir de la cual, junto con otros estudios previos, se conforma lo que hoy conocemos como la macroeconomía. Resaltaba el término“general” por entender que las ideas clásicas sólo eran aplicables a un caso particular y ésta dejaba de lado todo un cúmulo de situaciones que necesitaban ser explicadas. Con ella ataca principalmente el supuesto de pleno empleo, intentando demostrar que el capitalismo se desarrolla en condiciones fluctuantes de la actividad económica y que dicho pleno empleo es sólo un caso específico. Además la teoría es general porque apunta a explicar el funcionamiento del sistema económico en su totalidad y no analizar sólo el ámbito de un mercado como lo hacía hasta entonces la teoría clásica.

Hipótesis subyacentes de la Teoría Keynesiana


Inflexibilidad de salarios: El mercado por sí solo no es autorregulable al menos con la rapidez necesaria, el hecho de que por un tiempo considerable no siempre los mercados están correctamente equilibrados se da por la existencia de rigideces en los precios, especialmente si hablamos de salarios nominales en el mercado laboral. La teoría clásica falla al esperar que el mismo exceso de oferta en el mercado laboral, léase desempleo, sea el propulsor de una baja en el salario que logre eliminar tal desequilibrio; pues, siguiendo a Keynes, los clásicos no están considerando la existencia y actuación de las asociaciones obreras y la legislación de protección social que son parte integrante de la escena económico-política.
Teoría de la demanda efectiva: Para la teoría keynesiana, el empleo total depende de la demanda total y el paro es el resultado de una falta de demanda total. La demanda efectiva se manifiesta en el gasto de la renta, si aumenta la renta de una comunidad también aumentará su consumo, pero éste menos que aquella. Por lo tanto, para que haya una demanda suficiente para mantener el nivel de empleo, se debe verificar un nivel de inversión equivalente a la diferencia entre la renta y el consumo. Por ello podemos decir que la inflexibilidad de salarios no es el único factor que desencadena el desempleo, aún cuando exista competencia perfecta en los mercados y todos los precios milagrosamente se ajustaran instantáneamente, las decisiones de los inversores influirán sobre la demanda efectiva y por último en el nivel de empleo.
Por otro lado, no sólo el desempleo, también la inflación depende del volumen de demanda efectiva; cuando la demanda es deficiente se produce el desempleo y cuando la demanda es excesiva se produce la inflación. Keynes acepta la conclusión tradicional de que los aumentos de la cantidad de dinero llevarán a aumentos en el nivel de precios, pero difiere en el proceso causal. El impacto inicial del aumento en la cantidad de dinero disminuye los tipos de interés, lo que aumenta la demanda efectiva por inversión, asociada a un aumento de la renta, del empleo y de la producción. Es a causa del incremento en el costo de la mano de obra que los precios también comienzan a subir.
El interés como premio por no atesorar dinero: En la teoría keynesiana, el dinero desempeña las funciones de ser unidad de cambio, medida de cuenta y reserva de valor. Considerando esta última función, los que poseen más renta de la que consumen tienen como alternativas atesorar dinero, prestarlo a una determinada tasa de interés o invertir en una actividad que brinde cierto beneficio. Si las personas deciden acumular riqueza en forma estéril, debe haber un por qué al tomar esta decisión. Para Keynes cada individuo posee unapreferencia por la liquidez que combinada con la cantidad de dinero determina la tasa real de interés en un momento dado. Es decir, la gente atesora dinero porque existe incertidumbre acerca de la evolución de las variables económicas y con ello “los poseedores de dinero tienen un tipo de seguridad del que no gozan los poseedores de otras especies de riqueza.
Consideraciones del ciclo económico: La demanda agregada privada se compone de consumo privado e inversión privada, esta última es la fuente principal de impulsos que desencadenan fluctuaciones económicas; las decisiones de inversión dependen a su vez de las expectativas sobre la rentabilidad futura, las cuales tienden a ser inestables. Los cambios en el optimismo o pesimismo de los inversores Keynes los denominó “animals spirits” y los señaló como los causantes de desplazamientos en la demanda agregada y, a través de ella, en el producto agregado y en los niveles de desempleo.
Como los mercados no son autorregulables, se hace necesaria la aplicación por parte de las autoridades económicas de políticas fiscales y/o monetarias para contrarrestar el ciclo, esto es medidas expansivas en el presupuesto público y en la oferta monetaria durante los períodos de estancamiento del producto. Pues si existe desempleo, esto es por una demanda efectiva deficiente, ésta a su vez se da por un nivel bajo de inversión; ante ello caben dos acciones por parte del gobierno: una es la política fiscal a través de la expansión en inversión pública que suplante a la privada y otra es la política monetaria a través de la variación en la cantidad de dinero que modifique la tasa de interés y haga atractivas nuevas inversiones por parte de los privados.

Resumen de la “teoría general”

Ayudados por el siguiente esquema tomado de Dillard (1962) podremos formarnos una idea más acabada de la teoría general del empleo:

Ya dijimos que en la teoría keynesiana, la demanda agregada se compone de consumo e inversión. A su vez, el consumo es función de las características psicológicas de una sociedad que Keynes llamó propensión al consumo y del ingreso global o volumen de la renta. El gasto en inversión juega un papel fundamental, pues la propensión al consumo es bastante estable. Esta inversión depende de la tasa de interés y la eficacia marginal del capital. A su vez, la tasa de interés es el premio por no atesorar dinero y depende de la preferencia por liquidez del público y del volumen de dinero, este último es controlable por la autoridad monetaria. Por otro lado, cabe destacar que la eficacia marginal del capital, a la cual Keynes le atribuye importancia capital en la generación de los ciclos, depende de la previsión de beneficios que es una variable inestable, encontrándose influida por la confianza comercial, por el “animal spirit”.

Exponente del marxismo

Karl Marx (1818-1883)



Karl Marx
Karl Heinrich Marx Pressburg, conocido también como Carlos Marx (Tréveris, Alemania, 5 de mayo de 1818 – Londres, Reino Unido, 14 de marzo de 1883), fue un intelectual y militante comunista alemán de origen judío. En su vasta e influyente obra, incursionó en los campos de la filosofía, la historia, la sociología y la economía. Junto a Friedrich Engels, es el padre del socialismo científico, del comunismo moderno y del marxismo. Sus escritos más conocidos son el Manifiesto del Partido Comunista (en coautoría con Engels) y el libro El Capital.

Nacido en una familia de clase media acomodada en Tréveris, Alemania, fue a estudiar en la Universidad de Bonn y en la Universidad Humboldt de Berlín, donde se interesó en las ideas filosóficas de los jóvenes hegelianos. En 1836, se comprometió con Jenny von Westphalen, casándose con ella en 1843. Tras la finalización de sus estudios, se convirtió en periodista en la ciudad de Colonia, escribiendo para un diario radical, la Gaceta Renana (Rheinische Zeitung), donde comenzó a utilizar conceptos hegelianos del materialismo dialéctico para influir en sus ideas sobre el socialismo. 
Se trasladó a París en 1843 y comenzó a escribir para otros periódicos radicales, como los Anales Franco-Alemanes (Deutsch-französische Jahrbücher) y Vorwärts!, así como una serie de libros, de los cuales varios fueron coescritos con Engels. Fue exiliado a Bruselas en Bélgica en 1845, donde se convirtió en una figura importante de la Liga de los Comunistas, antes de regresar a Colonia, donde fundó su propio periódico, la Nueva Gaceta Renana (Neue Rheinische Zeitung). 
Se exilió una vez más, en 1849 se trasladó a Londres junto con su esposa Jenny y sus hijos. En Londres, la familia se redujo a la pobreza, pero Marx siguió escribiendo y formulando sus teorías sobre la naturaleza de la sociedad y cómo creía que podría mejorarse, así como una campaña por el socialismo y convirtiéndose en una figura destacada de la Primera Internacional.
Las teorías de Marx sobre la sociedad, la economía y la política, que se conocen colectivamente como el marxismo, sostienen que todas las sociedades avanzan a través de la dialéctica de la lucha de clases. Fue muy crítico de la forma socioeconómica vigente de la sociedad, el capitalismo, al que llamó la "dictadura de la burguesía", creyendo que se llevaba a cabo por las acaudaladas clases alta y media para su propio beneficio y predijo que, como los anteriores sistemas socioeconómicos, inevitablemente se producirían tensiones internas que lo llevarían a su autodestrucción y a su reemplazo por un nuevo sistema, el socialismo.1 Sostuvo que la sociedad bajo el socialismo, sería regida por la clase obrera en lo que llamó la "dictadura del proletariado", el "Estado obrero" o "democracia obrera". Creía que el socialismo sería, a su vez, eventualmente reemplazado por una sociedad sin Estado y sin clases llamada comunismo puro. Junto con la creencia en la inevitabilidad del socialismo y del comunismo, Marx luchó activamente para la implementación del primero, argumentando que los teóricos sociales y las personas desfavorecidas debían realizar una acción revolucionaria organizada para derrocar el capitalismo y lograr un cambio socioeconómico.
Mientras que Marx se mantuvo como una figura relativamente desconocida durante su vida, sus ideas y la ideología del marxismo comenzaron a ejercer una gran influencia sobre los movimientos socialistas poco después de su muerte. Los gobiernos revolucionarios socialistas basados en conceptos marxistas tomaron el poder en una variedad de países a lo largo del siglo XX, llevando a la formación de Estados socialistas como la Unión Soviética en 1922 y la República Popular China en 1949, con diversas variantes teóricas desarrolladas, tales como el Leninismo, el Trotskismo, el Estalinismo y el Maoísmo. Marx es normalmente citado, junto a Émile Durkheim y a Max Weber, como uno de los tres principales arquitectos de la ciencia social moderna, y ha sido descrito como una de las figuras más influyentes en la historia humana, en 1999 una encuesta de la BBC fue votado como el "pensador del Milenio" por personas de todo el mundo.

Sus ideas más importantes pueden resumirse en las siguientes:

  • El objetivo del análisis de Marx era conocer la realidad social para po­der transformarla. Para ello, analizó el pasado histórico buscando en él las claves del proceso a través del cual unas sociedades habían dado paso a otras. Estudió y criticó la sociedad capitalista, con el fin de des­cubrir sus contradicciones, e impulsó la acción revolucionaria con el pro­pósito de destruir el capitalismo burgués.
  • En su afán por buscar una interpretación global de la historia en los conflictos sociales y la lucha de clases, planteó la visión interpretativa que se conoce como materialismo histórico.



El Marxismo

El marxismo

Se conoce como marxismo al conjunto de ideas políticas, económicas y filosóficas fundamentadas en las teorías de Karl Marx y, posteriormente en las de F. Engels, que vieron posible su experimentación en el campo social, en la Rusia de inicios del siglo XX.
El marxismo cierra el círculo de las doctrinas sociales más importantes del siglo XIX junto con el socialismo francés, la filosofía clásica alemana y la economía política inglesa. Engels llamó a las ideas de Marx “socialismo científico“, para poder diferenciarlo de otros socialismos de corte moderado y raíz pequeño-burguesa como el socialismo utópico francés o de otros movimientos más radicales como el anarquista.
El marxismo formó parte, desde su origen hasta la actualidad, de la carga ideológica de la mayor parte de los movimientos obreros del mundo. Marx comenzó haciendo la crítica a la filosofía que lo precedió y que se había limitado a intentar explicarse el mundo cuando lo urgente era transformarlo.
Las bases del marxismo están en las corrientes filosóficas que nacieron en la Antigua Grecia, concretamente en las doctrinas de Heráclito y Epicuro, que sostienen que la materia es el único elemento de la naturaleza. A esta corriente se le llamó Materialismo y se oponía a la doctrina del Idealismo, que veía en la materia reflejo de la realidad, misma que era incognoscible para el hombre común y corriente.
En el siglo XIX, L.Feuerbach rescatará el materialismo griego y lo utilizará para atacar instituciones como la teología y la religión que se anclaban en el idealismo platónico. Marx y Engels, a su vez, rescatan el materialismo de Feuerbach y junto con la dialéctica de Hegel, reorientan la filosofía de su tiempo. Así, mientras Hegel afirmaba que el pensamiento creaba a la realidad, Marx sostenía que el pensamiento era sólo lo material traducido a la mente del hombre. Para Marx el pensamiento y la conciencia son producto del ser humano que es también un producto de la naturaleza. Engels redondeó la idea: No es posible la existencia de materia sin movimiento ni viceversa.
El marxismo se disocia de la teología y la religión al reconocer que la materia precede a la idea, por lo tanto, la idea de Dios es creación humana y la doctrina marxista no reconoce su existencia y llama a la religión “opio de los pueblos”.
La religión fue condenada por el marxismo por ser alienante, pero reconoció que hay otras formas de alienación: dado que el hombre es materia, tiene necesidades y para satisfacerlas tiene que trabajar. Cuando un hombre no disfruta del beneficio de su trabajo directamente, recibiendo el justo pago sin intermediarios, se aliena porque su trabajo no le pertenece a él, sino al dueño de la fábrica que compra su mano de obra y la revende con ganancia en cada producto que el trabajador genera. El marxismo señala que el trabajador debe emanciparse mediante la revolución.
Con la formulación de la dialéctica, el marxismo intenta abarcar todos los campos de la ciencia, la vida, la historia y el mundo. Es tremendamente abstracta y profunda. Mediante la dialéctica, Marx explica el desarrollo de los procesos sociales, históricos, físicos, químicos, etc.
La dialéctica marxista sostiene que el mundo es un conjunto de realidades cambiantes, inestables e inacabadas. Tanto lo material como el mundo de los conceptos se hallan sometidos a un proceso de cambio continuo. No hay realidades inmutables. Los conceptos que conocemos, dice el marxismo, se han ido modificando históricamente y seguirán cambiando.
En el cambio dialéctico no es gradual, ocurre a saltos presentando discontinuidad, cataclismos, revoluciones. Los impulsos de este cambio son las contradicciones, el choque de fuerzas que provocan esos saltos.
El marxismo distingue tres fases: tesis, antítesis y síntesis. No es posible la primera sin la segunda. La antítesis niega la tesis, y de esta oposición surge la síntesis, en la que no existe la contradicción anterior (pero aparecen nuevas). La síntesis es la negación de la negación.
Al marxismo se debe la teoría de la lucha de clases, la definición económica de lo que es el valor de las mercancías y del trabajo, el capital, la plusvalía.
El marxismo generó los más importantes cambios en las doctrinas económicas del siglo XX y polarizó el pensamiento político y social de ese siglo, dividiéndose el mundo en dos frentes: el capitalismo y el comunismo o socialismo de estado, que daría como resultado la guerra fría.

Autores de la Escuela Clásica

Adam Smith (1725-1790)



Adam Smith
Adam Smith fue un economista escocés al que se considera padre fundador de la ciencia económica y de la propia Escuela Clásica.

 Profesor de filosofía, funcionario de aduanas, fundó las bases de la economía moderna en su libro “Investigación sobre la naturaleza y causas de la riqueza de las naciones”, publicado en 1776, coincidiendo con la declaración de independencia de los Estados unidos.


Cuando en 1776 escribió su célebre trabajo las minas y las fábricas ya eran una realidad en los campos de Inglaterra y, sin embargo, Smith no llegó a ver gran cosa de lo que en el futuro habría de llamarse Revolución industrial. La mayor parte de este proceso tuvo lugar después de la publicación de su obra, “un extenso tratado que –en opinión de Galbraith-, se caracteriza por su desorden, por sus divertidos pasajes y por su admirable prosa.

             En uno de sus famosos pasajes, Smith describe el trabajo en una fábrica de alfileres que alcanzó para él una fascinación casi mística. Lo que captó su atención no fue la maquinaria característica de la Revolución Industrial, sino el propio proceso productivo, es decir, la división de trabajo que se aplicaba, por medio del cual se conseguirían fuertes elevaciones de la productividad a base de especializar a los obreros en las sucesivas operaciones concretas de dicho proceso. En opinión de Smith, la división del trabajo constituía junto con el comercio el fundamento de la eficiencia de la empresa contemporánea.

             A diferencia de los fisiócratas, Smith sostiene que el origen de la riqueza proviene del trabajo productivo de un país, gracias a la especialización del trabajo, que en definitiva dependerá de las dimensiones del mercado; y ésta, de la libertad de comercio, tanto a nivel interno como internacional.

             Para potenciar la división del trabajo era indispensable, según Adam Smith, la libertad de comercio a escala internacional (eliminación de barreras arancelarias).


Las principales ideas defendidas por Adam Smith son las siguientes:
  •   Defensor del liberalismo económico frente a las ideas mercantilistas: el comercio debe funcionar sin trabas, ni restricciones, ni prohibiciones.Smith se muestra a favor de la abstención estatal en la economía, supone que la búsqueda del interés particular de cada individuo será guiado por una mano invisible, el mercado, que armoniza el conjunto de decisiones individuales con el resultado más eficiente y beneficioso para todos.Así, Smith fue el gran defensor del laissez faire, la no intervención del Estado en la Economía, ya que en su opinión, para promover el bienestar los mejores medios son el estímulo del propio interés y el desarrollo de la competencia.
  •  La División del Trabajo era para Adam Smith el origen de fuertes alzas en la productividad: la especialización de los obreros permite elevar su rendimiento gracias a la mejora de su destreza y al ahorro de tiempo subsiguiente. Asimismo, la división del trabajo favorece la creación de maquinaria al simplificar las tareas y hacerlas rutinarias. 
  • Adam Smith adopta una Teoría del Valor como coste de producción o precio natural de la mercancía, que estaría formado por la suma de los precios naturales de los tres factores de producción: trabajo, tierra y capital.
  •   En la obra de Smith, el análisis del cambio dinámico de la sociedad descansa sobre la Teoría de la Acumulación. Esta teoría viene condicionada por la distribución de la renta entre las diversas clases sociales, especialmente por la parte que iba a los terratenientes y capitalistas, ya que serían los único en tener excedentes para su acumulación. 
  • Por tanto, Smith destaca la acumulación de beneficios en los empresarios como el verdadero motor que pone en movimiento la mejora de la sociedad. La acumulación de beneficios se reinvertirían en maquinaria, permitiendo una mayor división del trabajo y un aumento de la productividad, y generando por tanto una mayor riqueza.


David Ricardo (1772-1823)
David Ricardo



Economista británico, de origen judío; fue uno de los miembros más importantes de la escuela clásica de economía política. Su lógica rigurosa y la búsqueda de la verdad objetiva han sido la base de las tentativas del neoliberalismo y de los análisis de Marx acerca del capitalismo. Expuso sus teorías en la obra "Principios de Economía Política".


David Ricardo, hijo de un banquero judío que emigró de Holanda a Inglaterra, fue, ante todo y a plenitud, un inglés de su tiempo. Y no por su conversión al cuaquerismo al momento de su matrimonio, sino por su profunda compenetración con la realidad inglesa de inicios del nuevo siglo.

A diferencia de Adam Smith, en cuyos trabajos se apoyó, Ricardo se preocupó sólo en segunda instancia en averiguar las causas del crecimiento o, si se prefiere el origen de "la riqueza de las naciones". Aunque también se podría decir que sus preocupaciones en torno al crecimiento lo llevaron a interesarse en primer lugar en los factores que explican la distribución de la renta.

Al autor de los "Principios de economía política y tributación" (1817) lo inquietaba especialmente la tendencia de la baja de los beneficios. Tendencia a su entender inevitable en la economía inglesa, pero que podía contrarrestarse con el desarrollo del comercio exterior. No a la manera de Adam Smith, que destacaba el papel de las exportaciones de manufacturas en la profundización de la división del trabajo. Sí a través de las importaciones de cereales baratos que impedirían que suba el salario normal. Y, por ende, facilitarían el aumento de los beneficios y la acumulación necesaria para el crecimiento.


Thomas Malthus  (1766-1843)

Thomas Malthus

Thomas Robert Malthus fue un economista inglés, perteneciente a la corriente de clásica de pensamiento, considerado el padre de la demografía.

Es el economista clásico del pesimismo demográfico. En su célebre Ensayo sobre el principio de la población publicado en 1798, Thomas Robert Malthus  sostuvo la conocida teoría de que mientras la población crece en progresión geométrica, los recursos alimentarios lo hace en progresión aritmética.


Profetizó un futuro pesimista en el que los recursos alimentarios resultarían insuficientes y los salarios se situarían por debajo del nivel de subsistencia.

La alternativa que proponía era efectuar un control de la expansión demográfica  como única manera de evitar el futuro apocalíptico.


La ley de Malthus se ha demostrado falsa con el tiempo, ya que no previó la importancia del desarrollo tecnológico para la producción de bienes.